Mireya y Edgar

La dulce playa de Coveñas, la brisa que acariciaba cada sensación entre un momento intimo y espiritual, la mirada de cada uno fue inefable, donde dos paisajes entre el mar y el atardecer se encuentran para decirse adiós en un día que ha sido bendecido, entre la arena de sus pies y la cálida agua del mar que toca sus dedos. Agradecemos a Mireya y a Edgar por dejarnos contar su historia tan simbólica como el mar…